No es difícil
imaginar al hombre primitivo tumbado en el campo disfrutando del aroma de las
flores o celebrando diferentes rituales con el humo oloroso como protagonista
principal. El perfume existe desde los orígenes de la humanidad y, a través de
su historia, es posible conocer el modo de vida de las diferentes
civilizaciones.
El significado de
la palabra perfume procede de per-fumun (a través del humo, de su traducción
del latín). Su origen se remonta miles de años atrás y, tal y como cuentan
María Vélez y Raquel Navarro, profesionales del sector perfumista y socias
fundadoras de Catadeperfumes, su nombre le hace verdadera justicia. El perfume
se descubrió al quemar materias primas originales, como maderas o resinas.
Cuando estas sustancias ardían, desprendían un olor fragante, algo que
fascinaba a todos los presentes y, a partir de ahí, fue incorporándose en la
vida de las personas de diferentes maneras.
El inicio de este
humo perfumado está estrechamente ligado a la ofrenda religiosa y a los
rituales, ya que las antiguas civilizaciones creían en su poder para purificar
el ambiente y conseguir un camino más fácil para su encuentro con los dioses.
El origen del
perfume se sitúa en Oriente, sin saber su ubicación exacta. La primera
información gráfica que existe se encuentra en las tumbas egipcias. Esta
civilización utilizaba las fragancias -elaboradas con materias primas naturales-
en sus ritos para aromatizar el sepulcro. En Mesopotamia, las personas
impregnaban su cuerpo con aceites aromáticos y las mujeres rellenaban sus joyas
de plantas olorosas para conseguir transportar ese olor fragante.
La siguiente pista
que se conoce, dentro de su largo recorrido, se ubica en Grecia, donde la
fragancia adquiere un valor sagrado. El perfume sale por Alejandría y llega al
país heleno. En ese momento, en Grecia estaba implantada la cultura del culto
al cuerpo y el mens sana in corpore sano, por lo tanto, este producto pasa a
formar parte imprescindible de esta religión.
Lo que hoy se
conoce como Aromaterapia ya se practicaba en este país gracias a Hipócrates, el
padre de la medicina. Las plantas aromáticas y los aceites esenciales eran
utilizados por todas las personas que entrenaban su cuerpo y querían
tonificarlo, pues confiaban en su valor medicinal más allá de sus
características fragantes. Para los griegos, el perfume solo podía proceder de
los dioses, pues además de sublimar la belleza, tenía propiedades curativas. A
esta ubicación también se le asocia la creación de la primera frasquería;
envases de cerámicas considerados auténticas joyas.
LA
CUNA DEL PERFUME:
Justo lo contrario
ocurre en la siguiente etapa. Con la llegada de los romanos, el perfume se
paganiza. Tan grande fue la obsesión que la población romana tenía con este
producto, que comienzan a incorporarlo en todas sus rutinas diarias, como el
baño y la cultura del aseo. En este momento, Roma pasa a ser la verdadera cuna
del perfume. Como la destilación seguía sin existir, los romanos elaboraron el
Pomander, una joya con distintos compartimentos en los cuales se metían resinas
y plantas aromáticas. Las personas lo llevaban a modo de collar o cinturón para
portar el olor fragante junto a su cuerpo, la única forma posible de conseguir
un buen olor.
Sin embargo, en la
Edad Media, el perfume sufre el periodo de mayor retroceso de su historia. Los
alquimistas empiezan a utilizar las técnicas de destilería con los nuevos
químicos de la época, y comienzan a hacer perfumes con materias primas
suntuosas, exóticas, que eran totalmente objeto de placer, o así eran
consideradas. La Iglesia, con su imparable poder en tiempos de Inquisición,
prohíbe totalmente el uso del perfume y empieza a condenar a los alquimistas
por brujos, castigados por hacer una pócima que nublaba los sentidos e incitaba
a los placeres carnales, de manera que el perfume queda relegado únicamente a
los burdeles y a los encuentros íntimos de las damas de la nobleza.
La historia
continúa. La muerte de la Inquisición y la llegada del Renacimiento supuso el
renacer -como su propio nombre indica- del perfume. La ciudad de Versalles, en
Francia, se embriaga con los aromas, resplandece e impone sus modas y sus
costumbres. El perfume pasa a formar parte de un todo, pues la mugre reinaba en
aquella época y era utilizado para enmascarar los malos olores. Además,
comienza a incorporarse para la elaboración de prendas y objetos. Los guantes
de piel jugaron un papel importante en este punto, ya que se perfumaban para
intentar enmascarar el olor de la piel curtida de cabrito. La ciudad francesa
de Grasse, gracias a su materia prima, era el lugar donde se trabajaba la piel
de los guantes y, así, pasó a convertirse -hasta la fecha- en el centro
perfumista por excelencia.
En esta época, el
Rey Sol protagoniza una de las leyendas más famosas. El monarca se obsesionó
tanto con la fragancia que se perfumaba en exceso. La intensidad de los olores
era de tal magnitud que, al final de su vida, solo soportaba el olor de la flor
de naranjo.
AGUA
DE COLONIA:
El 13 de julio de
1709, Johann Maria Farina (1685-1766), natural del norte de Italia, pero
afincado en Colonia, fundó en la ciudad alemana una fábrica de perfumes y
descubrió una nueva esencia a la que denominó Eau de Cologne -Agua de Colonia,
de su traducción del francés-. Este nuevo descubrimiento tardó muy poco en
ganar adeptos entre las celebridades del siglo XVIII y en hacerse con la
categoría de artículo de lujo. Una mezcla peculiar que proporcionaba un olor
fresco y ligero, que no tenía nada que ver con las esencias cargadas que se
conocían hasta la fecha.
GRAN
REVOLUCIÓN:
El siglo XIX supone
un antes y un después en este sector, así como en el nacimiento de la
perfumería moderna. Se descubre la posibilidad de obtener productos aromáticos
mediante síntesis de laboratorio. La reproducción en la probeta de los olores
que ofrece la naturaleza y otros nuevos. Así, nace el acetato de bencilo, muy
utilizado en la perfumería actual. Se trata de un compuesto de varias esencias
florales: jazmín, ylang-ylang y gardenia, que anteriormente era totalmente
desconocido. De la mano de esta nueva receta, el comercio de lujo se instala y
la perfumería se define poco a poco como un verdadero arte.
El auge de la clase
burguesa y la notable elevación del nivel de vida, dieron lugar a las primeras
firmas importantes de la perfumería industrial francesa como Piver o Houbigant,
que abrieron en 1774.
En 1828 se crea la
primera colonia con firma bajo el nombre Eau de Cologne de l'Impératrice, de
Pierre-François Pascal Guerlain. Un producto que revolucionó a la sociedad
francesa del siglo XIX, considerada la más desarrollada en cuanto al sentido
del olfato.
LA
“BELLE EPOQUE” Y COCO CHANEL:
En la Belle Epoque,
el perfume se convierte en un producto de lujo, con un nombre y envase
especial. Un modelo de mujer nueva, emancipada y moderna, al estilo de los años
locos, encuentra en los perfumes con aldehído -síntesis química- una frescura
inédita. En este periodo de extravagancias, charlestón y estrellas de cine, las
mujeres comienzan el largo camino hacia su independencia y rompen sus corsés.
Comienza el periodo del estilo y el de un nuevo olor.
El emblemático
Chanel número 5 inicia aquí su andadura. Fue la primera fragancia con una nota
de síntesis como protagonista principal del perfume. Su creador, Ernest Beaux,
recibe en 1921 el encargo de Coco Chanel de crear una fragancia que defina el
nuevo estilo de mujer, que reflejara el look de sus creaciones y que oliera
como una mujer y no como una flor. El nombre del perfume también tiene su
porqué, pues, hasta la quinta prueba, el creador y la diseñadora no quedaron
satisfechos con el resultado.
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CON IMAGEN:
En 1957, lanzaron
el primer perfume asociado a una imagen mediática, conocido como L'Interdit de
Givenchy y Audrey Hepburn. Hubert de Givenchy creó un perfume para el uso
exclusivo de su musa y amiga, Audrey Hepburn. Años más tarde, autorizaron esta
fragancia para un uso comercial y Herpburn se convirtió en la embajadora de la
marca en EEUU.
La segunda mitad
del siglo XX viene marcada por la unión indisoluble de perfumes y moda que
perdura hasta nuestros días, mientras las grandes marcas exclusivas de
perfumería se consolidan y nacen nuevos nichos de mercado.
LA
NUEVA PERFUMERÍA:
En los últimos
años, el perfume se vuelve objeto de deseo exclusivo y crece la tendencia de
personificar fragancias, surgiendo la superposición de perfumes sencillos como
modo de obtener un aroma exclusivo y se encuentra a los perfumistas a pie de
calle. Con esta evolución a través del tiempo, podemos conocer la función que
el perfume encaró en las diferentes épocas y, con ello, conocer la
transformación de las sociedades que han habitado el planeta. Desde Mesopotamia
hasta nuestros días, al igual que el mundo, este producto ha estado supeditado
a religiones, creencias y periodos de retroceso y esplendor. Hoy, gracias a
proyectos como Catadeperfumes, es posible elegir una fragancia a medida capaz
de representarnos, pues su finalidad sigue siendo la de servirnos como carta de
presentación al mundo. A fin de cuentas, en continente, nada tiene que ver con
el humo oloroso de los rituales religiosos egipcios, pero, en contenido, no
hemos cambiado tanto.
Fuente:
https://www.eleconomista.es/evasion/noticias/9599251/12/18/La-historia-del-perfume-de-esencia-para-los-dioses-a-pocima-secreta.html